La Gran Selva Maya de Quintana Roo, México

Resumen

La Gran Selva Maya en Quintana Roo constituye un fragmento esencial del patrimonio biocultural mexicano; esta región se distingue por su biodiversidad extraordinaria, riqueza botánica, fauna emblemática, diversidad lingüística y cultural maya viva, y por el uso ancestral de la medicina tradicional. Este artículo explora de manera extensa la geografía de Quintana Roo dentro de la Selva Maya, las características demográficas, los ecosistemas vegetales y animales, los saberes locales, costumbres, expresiones artísticas, desafíos contemporáneos y propuestas de conservación. Se fundamenta en literatura académica reciente, estudios locales, informes de biodiversidad y trabajos de campo. En las comunidades mayas del estado, la selva no es solo un escenario ecológico sino un espacio de identidad, ritualidad, medicina y relación espiritual con la naturaleza. A pesar de las amenazas como cambio de uso de suelo, contaminación del acuífero, turismo expansivo y pérdida de lenguaje, las prácticas tradicionales, la participación comunitaria y proyectos de manejo local ofrecen rutas de resistencia. Este texto también incorpora una versión infantil para acercar estos conocimientos a niñas y niños, con la intención de inspirar amor y responsabilidad hacia la selva.

Palabras clave: Selva Maya Quintana Roo; pueblos mayas; flora y fauna quintanarroense; medicina tradicional maya; biodiversidad península de Yucatán; cultura maya contemporánea.


La Gran Selva Maya de Quintana Roo se extiende en un territorio que combina planicies calizas que se inclinan suavemente hacia el mar Caribe, una red de cenotes y acuíferos subterráneos, selvas altas y medianas húmedas y subperennifolias, manglares, humedales costeros y sistemas de cuevas y cavernas que forman un paisaje complejo tanto desde el punto de vista ecológico como social. Su relieve es en general plano, con altitudes medias por debajo de los 50 metros sobre el nivel del mar en muchas zonas, aunque hay elevaciones modestas como cerros en los márgenes (ejemplo: El Charro ~230 msnm, Nuevo Bécar ~180 msnm, El Pavo ~120 msnm) que marcan diferencias de microclima.  El clima se caracteriza por lluvias abundantes en la temporada húmeda, humedad alta y temperaturas tropicales constantes, lo que favorece condiciones ideales para bosques densos, vegetación exuberante y una alta biomasa vegetal. Las selvas medianas subperennifolias dominan amplias zonas, mientras que las selvas altas se concentran en los límites con Campeche y Guatemala, donde las precipitaciones son mayores y los suelos retienen mejor la humedad. 

La población que habita la selva de Quintana Roo comprende comunidades mayoritariamente indígenas mayas, muchas de ellas rurales, con usos del suelo tradicionales, con modos de agricultura local como la milpa, huertos familiares, recolección y aprovechamiento forestal sostenible. Los censos recientes muestran que en muchas localidades la lengua maya es hablada por un porcentaje alto de los habitantes, ya sea como lengua materna o secundaria, y coexiste con el uso del español. En localidades pequeñas, como ejidos o comunidades mayas del sur del estado, el idioma maya, los rituales agrícolas, los programas de medicina tradicional y los consejos comunitarios son aún parte activa de la vida diaria. No hay un número único actualizado que abarque todos los habitantes indígenas en la selva, pero los estudios de comunidades como las de Felipe Carrillo Puerto muestran una fuerte persistencia cultural. 

La fauna de Quintana Roo en la selva maya es rica y variada. Entre los mamíferos más destacados están el jaguar (Panthera onca), el tapir centroamericano, felinos menores como el ocelote y el tigrillo, así como especies más pequeñas como tlacuaches, armadillos, murciélagos. En ambientes acuáticos, cenotes y humedales se encuentran tortugas, cocodrilos, peces de agua dulce y especies endémicas, además de aves migratorias que utilizan los humedales costeros como sitio de paso o refugio. En los espacios de selva alta y mediana se encuentran aves tropicales, reptiles diversos y una profusión de insectos, mariposas y polinizadores que son esenciales para el mantenimiento del equilibrio ecológico. 

En cuanto a la flora, la diversidad vegetal es sobresaliente: árboles como caoba, cedro, tzalam; especies de palmas como chicalite; vegetación característica de selva alta subperennifolia con especies como ya’ (Manilkara zapota), pukte’ (Bucidas buceras), ox (Brosimum alicastrum), ja’asche’ (Alseis yucatanensis), kaniste’ (Pouteria campechiana), machiche (Lonchocarpus castilloi) y hierbas, epífitas y orquídeas en las zonas más húmedas.  Además, los cenotes y cuevas subterráneas aportan ecosistemas únicos donde plantas asociadas al agua, helechos y vegetación acuática prosperan. 

Desde la perspectiva de usos tradicionales, los pueblos mayas en Quintana Roo han desarrollado saberes etnobotánicos profundamente integrados al bosque: uso de especies vegetales para alimentación, construcción (maderas finas, palma de huano, técnicas de techo con hojas de palma), tejidos, artesanías con bejuco, bordados en huipiles, trabajos en madera, extracción de resina del chicozapote para hacer chicle, recolección de miel, uso ritual del copal, tintes naturales y objetos con conchas o materiales del mar en zonas costeras.  La medicina tradicional es practicada tanto en menesteres de salud física como espiritual: curanderos o h-men emplean infusiones, cataplasmas, baños medicinales, parte de rituales de limpieza y purificación; las plantas se identifican con nombres en lengua maya y se clasifican según su biotopo, forma de vida, uso específico para dolencias comunes; estudios locales han documentado cómo el turismo comunitario está valorizando estos saberes, aunque también advierte riesgos por la mercantilización o pérdida de anonimato de la fuente tradicional. 

Las costumbres y expresiones culturales se manifiestan en música, danza, ceremonias del ciclo agrícola, festividades indígenas como el Janal Pixán, danzas de los chicleros que recuerdan tiempos de extracción de resina en la selva, pasacalles, danzas tradicionales mayas, vestidos como huipiles, bordados, adornos de conchas, instrumentos de viento y percusión, narraciones orales, mitos ligados al origen del maíz, las lluvias, los cenotes, los animales de la selva. Estos elementos no solo tienen un valor de identidad sino también funcionan como puentes de transmisión intergeneracional de valores como respeto a la naturaleza, solidaridad comunitaria, reciprocidad. 

El territorio selvático de Quintana Roo enfrenta desafíos múltiples. La deforestación continúa siendo impulsada por expansión de impactos agrícolas, obras de infraestructura grandes (por ejemplo, carreteras, proyectos turísticos, el Tren Maya), fragmentación de hábitats, cambio de uso de suelo, contaminación del acuífero por drenajes urbanos, actividad agroquímica, intrusión de especies invasoras, presión urbanística en la franja costera. Los manglares se han reducido o perturbado en muchos puntos; los humedales cercanos a costas principales han sido afectados por la demanda de tierra para turismo. Adicionalmente, la migración de jóvenes hacia ciudades reduce la transmisión de lengua maya, numerosos conocimientos tradicionales se pierden cuando no se documentan, y la monetización del turismo puede causar apropiaciones que distorsionan las prácticas comunitarias. Estudios muestran que comunidades rurales perciben la pérdida de servicios ecológicos esenciales como provisión de agua limpia, regulación del clima, protección contra inundaciones, en contraste con comunidades más cercanas a zonas urbanas que perciben el paisaje como recurso económico. 

Para conservar adecuadamente la Gran Selva Maya de Quintana Roo se requiere fortalecer mecanismos de gobernanza comunitaria y estatal que reconozcan los derechos territoriales de los pueblos mayas, apoyar la educación intercultural bilingüe, promover la documentación y recuperación de saberes tradicionales, fomentar turismo comunitario con criterios ecológicos y culturales, implementar programas de restauración ecológica, vigilar de cerca la salud del acuífero y los recursos hídricos, aumentar la protección de áreas naturales protegidas, asegurar corredores biológicos suficientes, y equilibrar desarrollo económico con protección ambiental para que las nuevas inversiones respeten el bosque, la cultura y la identidad local.

En Quintana Roo la selva se alza no solo como bosque, sino como tejido vivo de memorias, plantas, animales, historias, sueños de abuelas que aún saben curar con raíces y hojas, niños que escuchan leyendas del jaguar y niñas que cantan en maya. Mantenerla exige, finalmente, mirar la selva con ojos de pertenencia, justicia y responsabilidad, pues su futuro depende tanto de leyes como de corazones.


Versión infantil (cuento)

En un rincón mágico al sureste de México existía un bosque que susurraba historias con el viento. Era la Gran Selva Maya de Quintana Roo, donde las ceibas enormes tocaban el cielo, los jaguares caminaban furtivos entre raíces antiguas, y las guacamayas traían colores que parecían arcoíris al amanecer. En ese bosque vivían niñas y niños mayas que aprendían de sus ancianos a conversar con la naturaleza: podían saber cuáles plantas sanarían un dolor de estómago, cuáles flores eran rituales de lluvia, cuáles raíces calmarían una fiebre. Cada mañana, recolectaban miel, observaban los peces que se movían en los cenotes, saludaban al sol desde sus huipiles bordados, cantaban canciones de lluvia, danzaban para la cosecha, y celebraban con reverencia los días de Janal Pixán bajo la luna. Pero un día, sonó la tala cercana, y la contaminación llegó al agua transparente de los cenotes. Los niños sintieron miedo: “¿Y las flores?” preguntaron. “¿Y los jaguares?” “¿Y nuestras historias?” Los ancianos les dijeron: “Si cuidamos la selva, ella nos cuidará a nosotros”. Y entonces cada niño aprendió a plantar un árbol, a aprender el maya, a reforestar un sendero, a cantar otra canción que no dejara morir la selva. Y la selva, contenta, siguió susurrando historias al viento, protegida por los sueños de aquellos que la aman.


Bibliografía (APA)

  • Biodiversidad Mexicana. (s. f.). La biodiversidad en Quintana Roo: Estudio de Estado. Gobierno de México. https://www.biodiversidad.gob.mx/region/eeb/estudios/ee_quintanaroo 
  • Infante Ramírez, K. D., & Arce Ibarra, A. M. (2014). Percepción local de los servicios ecológicos y de bienestar de la selva de la zona maya en Quintana Roo. Investigaciones Geográficas, Universidad Nacional Autónoma de México. DOI:10.14350/rig.36593 
  • Hernández Libreros, J. F., Chuc Tuk, Y. G., & Koh May, C. A. (2022). Valorización de la medicina tradicional a través del turismo en comunidades Mayas de Quintana Roo, México. Ciencia Latina Revista Científica Multidisciplinar, 6(6). https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v6i6.4330 
  • Diagnóstico de Comunidad Maya Balam. (2017). Documentación local sobre fauna, flora y usos tradicionales. Quintana Roo. 
  • Simiplaneta. (s. f.). Selvas Mayas: Quintana Roo. Casa del Jaguar. https://www.simiplaneta.com/ecosistemas/quintana-roo.html 
  • Por el Mundo Maya. (s. f.). Estado de Quintana Roo. https://porelmundomaya.com/quintana-roo/